¿Nunca os habéis preguntado qué le pasa a una piedra con el estrés? La piedra se contrae, se condensa, se contrae, se condensa y así un número indefinido de veces. La piedra no puede soportar tanto estrés y acaba rompiendo.
Pongamos un corazón humano. ¿Es este más fuerte que una piedra? No, no lo es; de hecho, es aún más débil. El corazón también puede acabar rompiendo y ese daño no tiene recuperación.
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